Aquí tienes todas las rutas que podrás realizar alrededor de Cuevas de Ayllón. Pulsando sobre la ruta te saldrá un desplegable con fotografías y explicación de la ruta. Son paseos por bonitos parajes con unas preciosas vistas, que te permitirán entrar en contacto directo con la naturaleza.
Todas las rutas están señalizadas y ofrecen una información ampliada mediante códigos QR. Toda esta documentación ha sido elaborada por el vecino de esta localidad Silvano Andrés de la Morena.
Esperamos que te guste y que las disfutes
ERMITA DE SAN ISIDRO Y ALREDEDORES
Esta ermita es el edificio más antiguo conservado del pueblo. Es de origen románico y quizá fuera la iglesia primitiva; luego se convertiría en ermita, pero hay que tener en cuenta que, aunque san Isidro es un personaje de la primera mitad del siglo XII, plena Edad Media, no fue canonizado hasta 1622 y la bula que lo recogía apareció en 1724, siglo XVIII.
Foto: Toñi Benéitez
El caz, la fragua, el toril y el transformador Al lado de la ermita destacaban estos tres edificios.
En el edificio se puede apreciar la portada románica, de los siglos XII-XIII, los contrafuertes de la parte posterior y la piedra de una ventana cegada. Lo demás está muy reconstruido. Encima del arco de la portada, destaca la figura de un niño, muy probablemente resto de un capitel romano.
El toril. En él se guardaba el toro, que era de propiedad municipal y era el semental para las cerca de 200 vacas que había en el pueblo. Se construyó aquí a principios del siglo XX. Estuvo antes en lo que luego fue escuela masculina y casa del maestro, y ahora es consultorio médico. Como escuela, se inauguró en 1920. Por cierto, lo que ahora es el centro de la Asociación Cultural fue antes Ayuntamiento, secretaría y escuela femenina. Adosado a la pared del toril, se encontraba el potro. Era una estructura de madera que servía para sujetar a las vacas y facilitar que se las pudiera herrar y curar cuando tenían problemas en las patas.
El transformador. Edificio cuadrangular, de piedra y de unos dos metros de lado, que, lamentablemente, se demolió hace escasos años. La luz llegó desde muy pronto en el siglo XX del molino de Ligos y desde mediados de siglo, de Ayllón, por un tendido eléctrico que venía por Ligos también. Debió de impactar mucho porque se cantaba una copla, que decía: Las Cuevas no son Las Cuevas, que es una media ciudad, porque han traído de Ligos la luz eléctrica ya.
La fragua.Era un edificio que estaba situada junto al caz, un canal que traía agua del río Pedro, desde el paraje conocido como La Vega, que discurría paralelo al río por su margen izquierda. Su función era triple: regar huertos y prados, servir a la fragua y hacer funcionar el molino. La fragua era de una enorme importancia en un pueblo agrícola en el que había decenas de mulos dedicados al trabajo. Tenía herrero permanente y se tienen noticias de ella desde el siglo XVI. Sirva de ejemplo el siguiente escrito municipal:
Asiento del herrero, año 1760 En el Lugar de las Cuevas,jurisdicción de la villa de Ayllón, en treinta días del mes de junio, deste año de mil setecientos y sesenta, empezó concejo, con asistencia de los Srs. Regidores, José Sanz y Miguel de Pablo, y la mayor parte de los vzos. juntos al son de campana tañida, como habemos de costumbre de nos ajuntar, para conferir y determinar cosas tocantes al servicio de Dios Ntro. Sr. y bien común y buen gobierno de dicho pueblo: la junta fue para ajustar herrero, para que nos apañe las rejas y demás aperos de los arados. Y se ajustó Don Pedro Ochoa, vzo. del Lugar de Santibáñez, en nombre de su hijo, Estanislao Ochoa, que es quien nos ha de servir. Y se le ha de dar por dicho trabajo a siente celemines de trigo por cada yunta que are todo el año y el que metiere al trabajo alguna res, desde mediado mayo en adelante, ha de pagar a la tercera parte y ha de venir a pañar dos días en cada semana que serán martes y viernes. Y empieza a servir desde Santiago de Julio que viene deste de la fecha, hasta dicho tal día, del año que viene del de sesenta y uno. Y se obliga de componer las herramientas de la fragua, dándole los materiales y ha de ¿encombrinar? un acha y una hazada, a cada vecino y endentar una hoz, por dicho salario. Y ha de dar un cordero que pese doce libras en canal y los despojos para dicho Concejo y un cántaro de vino de alboroque. Y con estas condiciones se obligaron dicho padre e hijo. Y por que conste, lo firmaron ambos de su nombre, junto con mí, el fiel de fechos de dicho Lugar, dicho día, ut supra. Y si hiciere una reja nueva, se le ha de dar 1 real y medio, de un par de velortas nuevas, cuatro cuartos y de una restola nueva, dos cuartos.
PALOMARES
Un palomar es un edificio que alberga palomas, que era uno de los sustentos de las casas. En Cuevas de Ayllón, llegó a haber casi una treintena, diseminados por el campo que rodea las inmediaciones del pueblo, tanto en la margen derecha del río como en la izquierda. Por suerte, aún se conservan varios.
Palomar con forma de opérculo. Foto: CARME MUÑOZ
Palomar con forma cilíndrica. Foto: CARME MUÑOZ
Sus formas eran y son variadas, pero predomina el cilíndrico, cuando está aislado en el campo porque los adosados a la roca, en las cercanías del río o en lo alto del Barranco, son diferentes. Todos ellos son edificios singulares, que dan vistosidad y habría que intentar por todos los medios que siguieran perviviendo. Asimismo, en función de la geometría del edificio, aparece un tipo de tejado u otro, bien a una vertiente o bien con forma de opérculo del fruto de la amapola. Actualmente, hay una decena en perfecto estado de conservación. Había gran cantidad de palomas y predominaban la bravía y la zurita. La gente les echaba comida y les ponía agua en el palomar para asegurarse la mayor cantidad de pichones, crías que luego se guisaban. También se aprovechaban sus excrementos, llamados palomina, como abono de calidad en los huertos.
Palomar en la roca. Foto JAVIER CIVANTOS
Llegó a haber tal cantidad, que incluso hubo decretos de control, como la Real Orden de 1754 del Intendente General de Segovia que envió a todos los pueblos y que, entre otras cosas, decía:
Las repetidas y noticias experiencias de los daños y perjuicios que causan las palomas
en
los tiempos de las sementeras y continuadas quejas de los Pueblos y labradores han
obligado
al Consejo, en distintos tiempos, a dar las providencias más oportunas para sus
remedios,
teniendo acordado por punto general se las puedan tirar y matar libremente a qualesquier
distancia y sin pena alguna, encontrándolas en los sembrados por el tiempo de ellos,
especialmente en los meses de octubre y noviembre, pero sin poderse valer ni usar de
redes,
armadijos y otros artificios para matarlas. Y enterado ahora su Majestad de su total
inobediencia y que cada día son mayores los daños y perjuicios expresados, por lo que se
han
aumentado los palomares y por la omisión y contemplación de las Justicias a sus dueños
con
su inevitable celo al bien público y el notorio amor a sus vasallos, me ha mandado que,
por
ahora y sin perjuicio de tomar otras providencias mayores, sobre el puntual cumplimiento
de
la ya expresada del Consejo, dando las órdenes necesarias a tan importante fin…
LA IGLESIA
La iglesia está estratégicamente situada entre los dos barrios, fuera de ambos núcleos. Su nombre advocativo es el de Nuestra Señora del Olmo y San Juan Bautista.
Desde el punto de vista artístico no tiene excesivo valor. Consta de una sola nave y su origen puede remontarse a los siglos XV-XVI, quizá cuando la actual ermita de San Isidro amenazó ruina y cuando creció la población. Se conocen las reformas que se llevaron a cabo durante los siglos XVII-XVIII, hechas por albañiles de “la montaña”, es decir, santanderinos, que, por diversas razones, acabaron en varios pleitos. Las obras de ampliación se pueden observar perfectamente desde el exterior, y en una de las ventanas se puede leer “año de 1714”.
Contiguo a la iglesia, se encuentra el cementerio. Estuvo muy extendida hasta la Edad Moderna la costumbre de enterrar a los muertos en el interior de los templos, hasta que fue prohibido por las leyes civiles de finales del siglo XVIII y principios del XIX, no sin encontrar una fuerte oposición por parte de la gente. En Cuevas, hasta hace relativamente poco tiempo, las mujeres se sentaban siempre en el mismo lugar cuando acudían a las prácticas religiosas y reconocían su sitio con la expresión "ésta es mi sepultura", porque, con toda probabilidad, en el pasado se situaban encima de donde había sido inhumado su familiar.
El cementerio se encuentra adosado a la iglesia por su parte noroccidental. Las primeras noticias que tenemos referentes a la construcción de un campo santo, como se denominaba, externo a la iglesia, datan del año 1787, cuando la Real Orden del 3 de abril empezó a prohibir el enterramiento en lugares cerrados.
En el libro de fábrica del momento se afirma textualmente:
Señalamiento del Campo Santo. Más dio en descargo 40 reales que se llevó el señor Corregidor, por venir a azer el señalamiento del Campo Santo.
Ya a mediados del XIX, en 1850, se nos dan otros datos, como éste:
Recibí de Raymundo Soria, Mayordomo de nuestra Santa Madre Iglesia, la cantidad de diez y ocho reales vellón, procedentes de la construcción de una cruz y una puerta para el Campo Santo de este pueblo. Y para que le sirva de abono, doy el presente, que firmo en Las Cuevas y Enero, 23 de 1850. Firmado Lucas Martínez.
PLAZA MAYOR
Desde la segunda mitad del siglo XIX, el pueblo fue creciendo de manera ininterrumpida en población. Esto obligó a que el casco urbano se extendiera. Lo hizo en sentido ascendente hacia la zona que se denomina El Castillo. En fotografía aérea o incluso desde un lugar elevado, se puede apreciar cuál era el núcleo más primitivo, que se sitúa en la zona más cercana al río, entre las calles Pellejeros y la plaza actual.
Foto: Toñi Benéitez
Esta plaza se configuró en los años cuarenta del siglo XX y todos los mayores recuerdan aún cuál fue la última casa que se derrumbó para ampliarla. Incluso hay alguna fotografía de las obras del momento. La plaza originaria se situaba en medio del pequeño poblado y se conoce con el nombre de Plazuela, a la que se accede por una calle empinada, tiene un callejón más de salida y otro que, con el tiempo, fue cerrado.
Foto: Toñi Benéitez
La Plazuela era algo más extensa en su origen pero, por razones de intercambio cuando se modeló la plaza actual, se construyó un pequeño edificio, como se puede observar a simple vista.
Entre la Plazuela y la Plaza Mayor se encontraba la escuela, construida en 1920 y a la derecha de la plaza, la antigua casa parroquial o Casa del curato, levantada en 1814, con un coste de 31.311 reales de vellón.
Muy típicos son los adornos que aparecen en las fachadas de las casas. Todavía se conservan varias, bien por encima de algunas ventanas de la fachada principal o justo debajo del alero del tejado. Son de representación solar, iguales a las muy comunes en muchos lugares de Sicilia. En la cara oeste del castillo de Gormaz también se conserva una con idéntico dibujo que las de Cuevas.
LA POZAS
Las pozas están situadas entre la iglesia y los arrabales del pueblo, justo debajo del camino llamado La Calzada, que lleva al barrio de Abajo.
Son tres pilones que tenían la función de abrevadero de animales mayores: vacas, burros y mulos. Estaban muy cuidados y cada día los vecinos llevaban allí a beber agua a sus animales. Esa agua no tenía otra función.
Foto: Toñi Benéitez
Foto: Toñi Benéitez
El Molino
El molino está situado en el barrio de Abajo, en la margen izquierda del río Pedro y al final del caz, canal de agua que venía de la parte de arriba del río y que, entre otras funciones como riego y fragua, servía para mover la piedra del molino.
Foto: Toñi Benéitez
Las noticias del molino de agua se remontan al siglo XVI, cuando se nos dice a qué familia pertenecía. Con el tiempo, pasó por diversas manos, incluida la iglesia de Ayllón, hasta que, ya en el siglo XIX, pasó a pertenecer al Ayuntamiento, que lo sacaba a subasta.
Era un molino modesto pero de gran popularidad y tenía mucho trabajo. Cada vecino que iba a moler pagaba mediante lo que se llamaba la “maquila”, que consistía en que el molinero se quedaba con un porcentaje del grano que llevaba cada vecino.
Cuando el molino pasó a manos del pueblo y se redimieron los censos que tenía y se dejaron de decir misas para algunos de sus antiguos poseedores, el municipio destinó esos bienes a caridad. Esto se hacía el día de la segunda fiesta del pueblo, el 11 de junio, día de San Bernabé. Ese día llegaban pobres de toda la comarca y se les daba lo que se conocía como la “caridad”: galletas, queso, vino y otras cosas.
Foto: Toñi Benéitez
Puentes
En Cuevas de Ayllón había tres puentes sobre el río Pedro, que comunicaban su parte noreste. El puente de la Fragua conectaba con el camino de Liceras y las tenadas (majadas) de El Portillo. Se reformó por primera vez con materiales modernos en los años sesenta, pero una riada lo derrumbó al poco tiempo. Fue un acto heroico que, con enormes troncos haciendo de palanca, los hombres del pueblo lograran levantarlo de nuevo, haciendo suyo el principio de Arquímedes del punto de apoyo. Sobre el puente se conserva bastante documentación municipal. Por este puente pasó la primera carretera del pueblo y, a pesar de haberse construido uno contiguo nuevo, todavía sigue en pie, en muy buen estado, se usa.
El puente de Las Cabras es el único de los tres que ya no existe. Desapareció hace unos años. Conectaba el pueblo por la calle de la Iglesia, las pozas y los huertos con el camino que hoy es carretera hacia Liceras. Quizá por su situación algo peculiar, tenía dedicada la siguiente canción romance: El cura y la criada (á.a)
Estaba don Juan muy malo en la cama,
durai duraina, muy malo en la cama.
A la media noche llamaba a su ama,
durai duraina, llamaba a su ama.
-¿Qué querrá ahora el cura que a estas horas llama?
durai duraina, que a estas horas llama.
-Coge tú el botijo y vete a por agua,
durai duraina, y vete a por agua.
Puente de las Cabras la picó una rana,
durai duraina, la picó una rana.
A los nueve meses la creció la panza,
duari duraina, la creció la panza.
Y parió un Juanillo hasta con sotana,
durai duraina, hasta con sotana.
Una obra más de las que en el pueblo se cantaban sobre curas y mujeres. La gracia y la normalidad con las que se interpretaban, demostraban lo asentada que estaba en esa sociedad la idea de que los curas, con necesidades humanas como todos, vivían la contradicción del ser y del deber ser.
El puente del Barrio de Abajo se sitúa cerca del antiguo molino y, como su nombre indica, también al lado del barrio de Abajo. Conectaba directamente este barrio con la fuente y los lavaderos.
DESPOBLADO DE SOTOCARROS
Sotocarros fue un poblado que desapareció a mediados del siglo XV. Estaba situado en el paraje conocido actualmente como San Andrés, probablemente porque era el patrón de su iglesia. Su término municipal se sitúa en la parte suroriental, entre Noviales, Estebanvela, el arroyo de Valdegalindo y los límites del monte de encina, conocido como Montecillo. Alberga la famosa dehesa de Valdepeñas, con un hermoso robledal y un gran prado en su parte final, conocido como Prado Sanz.
Paraje del despoblado Sotocarros. Foto: Toñi Benéitez
Esta dehesa sigue proporcionando leña a los vecinos y fue lugar de pasto de cerca de doscientas vacas, que moraban allí durante seis meses, desde San Isidro a Todos los Santos, cuidadas por un vaquero de contrato oficial, que se albergaba en un chozo construido ex profeso para él.
Tras su despoblación, Sotocarros pasó a formar parte de Cuevas de Ayllón, por escritura de censo enfitéutico firmada en 1473 por los representantes del Marqués de Villena y del Concejo de Cuevas de Ayllón. Este hecho marcó totalmente, para bien y para mal, la historia de Cuevas durante cerca de quinientos años, hasta que fue definitivamente redimido en los años cuarenta del siglo pasado. La documentación
que generó fue enorme y se ha podido reconstruir, como toda la historia de Cuevas de Ayllón, en el libro Cuevas de Ayllón Historia-Tradición-Cultura, de Silvano Andrés de la Morena, publicado en 2020 por la editorial Huerga y Fierro.
A la entrada de la Dehesa de Valdepeñas, se conserva todavía la tejera que tenía el municipio y que funcionó hasta mediados del siglo XX. Obra sencilla que suministraba el material necesario de teja árabe para los edificios del pueblo, desde casas a palomares o tenadas (majadas de las ovejas). Antes estuvo situada cerca del pueblo, en un paraje que, significativamente, lleva el topónimo de Tejera Vieja.
El siguiente texto es el Contrato del tejero del año de 1741, que ofrece algunos aspectos curiosos.
En el lugar de las Cuevas, jurisdicción de la villa de Ayllón, en diez días del mes de ¬-noviembre de mil setecientos y cuarenta y un años; en público concejo, con asistencia de los Srs. Regidores José Sanz y Pedro de la Morena, estando juntos la mayor parte de los vecinos a campana tañida, como lo tenemos de uso y de costumbre, para conferir
cosas tocantes al servicio de Dios Nuestro Señor y bien común y buen gobierno de dicho pueblo, especialmente para coger tejero. Para que haga teja el año que viene de 1742 con las condiciones siguientes: y se cogió a Juan de Iriarte, del Reyno de Navarra, natural de la villa de Irañeta, con la condición que ha de dar al Concejo diez reales de cada hornada de teja que hiciere y un millar de teja por toda la temporada y un cántaro de vino de alboroque...cuando los regidores que fueren se lo pidan y el limpiar el horno y rebocarle las arcillas y las paredes por dentro del Concejo, le ha de replenar de tierra por fuera...por ser así para que conste de verdad lo firmó de su nombre y yo Frco. Vicente e por ausencia del escribano de fechos, en dicho día, mes y año = Y ha de traer el marco a la medida del de Valvieja.
EL HOYO
Es esta una magnífica ruta de paisaje. Aquí, el río Pedro se hunde en un cañón muy singular que recorre también parte del término de Ligos. El Hoyo es un lugar de vegetación exuberante, que se ha multiplicado desde los años sesenta que empezó la emigración a la ciudad. Por aquí, como casi por todo su recorrido, el río ha vuelto a su naturaleza más primitiva y es ella, la Naturaleza, no ya la acción humana, la que marca la configuración. El chopo triunfa pero también todo tipo de arbusto y de hierbas.
Junto a la vegetación, se puede admirar el paisaje blanco de la Peña, en su margen derecha, que limita Cuevas de Ayllón y Ligos y en cuya parte superior sigue el castro prerromano, que conserva muy identificada la muralla que le protegía.
Foto: Toñi Benéitez
El Hoyo alberga, en su margen izquierda, la popular Fuente de la Berrera, manantial casi a pie de suelo. Frente a ella, al otro lado del río, en pleno risco, está la afamada Cueva de la Mora. Y antes, justo al entrar en pleno cañón, un barranco de tierra blanca, que se convirtió casi en mina en el pasado pues de aquí se cogía el material para pintar las paredes del interior de las casas, enjalbegar, como se dice aquí. Siguiendo la ruta marcada, se llega al molino de Ligos, importante edificio y en el pueblo se puede admirar su iglesia románica, la de San Juan Bautista, del siglo XII, declarada Bien de Interés Cultural. Pero, además, el Hoyo acoge una importante colonia de buitres leonados, que se extiende también a lo largo del recorrido del río Pedro en su zona de Cuevas de Ayllón, desde la Peña Zorrera hasta el paraje denominado La Vega. El buitre leonado es leyenda aquí, siempre existió y, a pesar de los cambios, resistió los momentos más difíciles de la despoblación. Antes de llegar al Hoyo, en un paraje denominado Bunviejo, se dejaban los animales muertos, desde mulos a burros, y allí disfrutaban los buitres del festín.
Foto: Toñi Benéitez
Además del buitre, el río Pedro es hogar del picapinos, picante en la zona; de la oropéndola, el verderón, la grajilla, la picaraza (urraca), el estornino…
LA PEÑA ZORRERA
La Peña Zorrera ha sido siempre el peñasco más cercano, popular y admirado por las gentes de Cuevas de Ayllón. Está situado justo a la salida del pueblo hacia Liceras, cuyo camino conecta también con el Monte y El Portillo.
Peña rojiza, como gran parte de las de alrededor y es la misma en la que está asentado el núcleo urbano.
Aquí anidaban buitres (abantos, que se llaman por estas tierras), vencejos y grajillas. También abundaban las palomas, que tenían su casa en los cuatro palomares incrustados en la roca, de los que aún quedan tres.
En la memoria popular quedó grabado el último desprendimiento de una enorme roca. Cayó en los años treinta del siglo pasado en el mes de agosto, cuando todo el pueblo estaba en las eras, trillando la mies recién segada. El estruendo debió de ser tan grande que dejó paralizados a todos. Varias de las rocas desprendidas se pueden observar a orillas del camino.
Foto: Toñi Benéitez
EL PINGANO
El Pingano es uno de los cerros más populares del pueblo, tanto por la cercanía como por las vistas que regala. Es como un balcón donde acaba el Monte en una de sus partes. Desde ahí, se puede observar el pueblo, todo El Portillo, toda la parte del término municipal situado en la margen izquierda del río Pedro, la Cabeza de San Juan (otro de los cerros populares y singulares) y la frondosa ribera.
Foto: Toñi Benéitez
Más a lo lejos, desde el suroeste al oeste, la línea montañosa de la Sierra de Ayllón, donde sobresale el pico de Grado, que junta y separa las provincias de Soria, Segovia y Guadalajara. Meseta y sierra, con los colores de la Castilla de siempre, que cambian a lo largo del año, del verde cereal de la primavera tardía al blanco de los rastrojos de agosto o al rojo intenso de las sementeras. Si al lado queda el encinar del Monte, enfrente, hacia el sur, saluda La Matilla, el encinar de Estebanvela, pueblo segoviano que limita con Cuevas de Ayllón.
Foto: Toñi Benéitez
EL PORTILLO Y LAS TENADAS
Según la Real Academia de la Lengua, portillo es un sustantivo con varias acepciones. Casi todas cuadrarían en este caso. Es un paso, es una entrada y salida, es un camino angosto entre dos alturas…
El Portillo, topónimo muy descriptivo, era uno de los parajes donde se situaban más tenadas, es decir, majadas de ovejas. Había una quincena y aún se conservan varias en buen estado. Otro paraje que también contaba con muchas, era el de Valdegalino.La mayoría de vecinos tenía su rebaño de churras y ojaladas. En el pasado también hubo merinas, según documentación de los siglos XV y XVI y hasta principios del siglo XX se usaban, delimitaban y respetaban, las cañadas, en realidad, ramales de la Cañada Real Soriana Occidental .
La oveja era uno de los elementos básicos de la economía: carne, lana y estiércol para abono de los cereales. Las ovejas se esquilaban durante el mes de junio y el día del esquileo era una auténtica fiesta. A quien pasaba por el lugar se le invitaba a pastas, anís, algún trago de vino en bota y moscatel.
Foto: Toñi Benéitez